DEPENDE: Morder o no la mamo que me alimenta.
** Un buen funcionario tiene que ser malagradecido con quien lo nombró **
A un pollo desde chiquitito lo alimentamos y mimamos cariñosamente. Si es gringo en una granja lo atiborramos de alimentos con tan aparente altruismo y desinterés que ni siquiera le ponemos la mano. Pero un día fijamos la vista en ese pollo, lo atrapamos frenéticamente, le retorcemos el pescuezo y par de horas después nos hartamos con pollo frito, guisado o al horno. ¡Qué buenos son!
En sus angustiosos y desesperados últimos segundos de vida
ese pobre pollo apenas atinó a preguntarse ¿Qué
pasó con esas manos que me alimentaban? ¿Están poseídas por el mismísimo diablo?
Cuando un político le de comida o cualquier cosa piense como
un pollo inteligente y pregúntese si es para luego ser devorado con o sin cátchup.
Y esté dispuesto a morder sus manos si llega a la conclusión de que lo alimenta
para luego enriquecerse con el despojo a su salud, educación, seguridad,
vivienda y con la destrucción de todas las fuentes de vida de la nación.